Un día diferente en la ciudad
Era temprano cuando Sofía salió de su casa. El tráfico ya estaba pesado, y aunque la librería no quedaba lejos, decidió caminar despacio por las calles de la ciudad. Ese día era el cumpleaños de su abuela, y quería encontrar un buen libro para regalarle.
Primero, pasó por la heladería donde trabajaba su amiga Clara. “¿Tan temprano?”, preguntó Clara, sorprendida. “Voy a la librería. Hoy es el cumpleaños de mi abuela”, respondió Sofía con una sonrisa.
Cerca de allí, una antigua fábrica abandonada parecía observar el paso del tiempo. Siempre que pasaba por ese lugar, Sofía pensaba en cómo la ciudad cambia, aunque a veces parece que todo sigue igual.
Al llegar a la librería, buscó un libro sobre historias de mujeres que cambiaron el mundo. “Quizás esto le guste”, pensó, mientras hojeaba uno con fotos antiguas y frases inspiradoras.
Con el libro en la mano, decidió pasar por la panadería. El aroma del pan recién horneado le recordó su infancia. Compró unos dulces que su abuela adoraba y, con todo listo, bajó al metro.
En el vagón, nadie hablaba. Todos estaban con sus teléfonos, perdidos en sus propios mundos. Sofía observaba los rostros con curiosidad, preguntándose cuántas historias se escondían detrás de cada mirada.
Salió del metro cerca del cine. Recordó entonces cómo su abuela la llevaba allí cuando era niña. “No hay que olvidar lo que nos hace felices”, pensó.
Finalmente, llegó a la plaza. Allí, bajo un árbol, su abuela la esperaba con su bastón y su eterna sonrisa. “Feliz cumpleaños”, dijo Sofía, entregándole el libro y los dulces. Hablaron largo rato sobre la ciudad, los prejuicios que aún existían y la importancia de cambiarlos, de ver a los otros con empatía.
Ese día, aunque lleno de lugares comunes, fue un viaje extraordinario. Porque a veces, en lo cotidiano, se esconden las verdaderas aventuras.